domingo, 15 de mayo de 2011

La mentira sepulta en el no-ser

Adentrémonos en el corazón... Es posible que, inicialmente, no hallemos el "lugar" que procuramos, pero no dejemos los caminos, esos caminos profundos, por ningún motivo. Sí, desde luego "adentrémonos en la espesura", para redescubrirnos en la "Hemosura" de Dios. Cuando el peregrino desciende a la altura del "parque de los niños" y se dispone a "jugar" en verdad, entonces y sólo entonces se acerca a su destino.
Abracémonos al "mito", a la gran parábola, al dintel del Misterio, del Secreto que nos invita constantemente. No daremos con esa puerta maravillosa en las estructuras y los engaños de ambiciones y propósitos que suenan por ahí y fastidian por todos lados... ¡Y matan! Sí, asesinan con gritos y laberintos, con la envidia, con miradas torvas, de perfil y de costado, nunca de frente. Huyamos de la mentira... Lo que no es, no es. Y se acabó. No hay otra posibilidad. El uso del engaño, la simulación y las acechanzas es miseria y sólo puede tener efecto cuando se presta atención. Huyamos de toda adulación, que es el verdadero "opio de los pueblos."
En silencio. Nadie es más fuerte que quien mora en el silencio. Callemos, sí, es mejor callar cuando nada hay para decir. Callar y contemplar la luminosidad de esa Aurora incomparable que se levanta a cada instante en el oriente del Ser.

Alberto E. Justo