No creo saberlo sino apenas sospecharlo. Con simplicidad aguardo cuanto aún ignoro... Los pasos parecen lentos y dolorosos, en tensión para lograr no sé qué caminos, ya cerca de una frontera, de un límite que nadie puede adivinar.
¡Límites, sí, eso mismo que a todo viandante asusta! Lo que falta, lo que no llega, lo que tal vez no pueda llegar. Porque el verdadero combate no perdona. Esperamos, pero sin lucha, no atreviéndonos a luchar hasta el fin, porque ignoramos y damos con lo que no sabemos... Pero¿es realmente así?
Nuevamente reaparece el deseo de una luz nueva que ya no nos engañe, el deseo de un reposo, de una paz que no conozca fronteras apresuradas o falsos caminos... Sabemos de Aquél que vino a los suyos y éstos no lo recibieron... Pero si Él es la Resurrección y la Vida es clarísimo que no lo podremos ignorar. Su Presencia no tiene "porqué", simplemente Él Es.
Alberto E. Justo