Y no son tantas... Porque a pesar de contrariedades y oscuridades existe, en todo, una sencillez originaria que, en todo caso, es el auxilio y la guía para todo discernimiento.
Oímos y vemos, se dice y no se dice... ¿qué más da? ¿Quién "tiene" que comprender? ¿Los que suben, los que bajan, los que van, los que vienen?
Hay una luz que no se apaga, una llama que siempre arde, una hoguera que no se consume, un fuego que no se apaga... Todo ha llegado silenciosamente, constituyendo nuestra morada.
¡Despréndete pues de todo, no te detengas en este paraje! El paisaje no tiene fronteras, el Cielo tampoco conoce límites...
No importa esto, no importa aquello. El Espíritu es nuestra vida y nuestra morada. Sumérgete en el Silencio... Paz.
Alberto E. Justo