No nos extrañe la sorpresa de ese "dolor" que invade nuestras mejores horas... Por el contrario hemos de estar siempre dispuestos a la admiración... ¡Hay tantas cosas "insoportables" o "insostenibles" que se suceden en nuestras jornadas! Hoy como ayer... Pero falta poco. Sí, es escaso el tiempo tan lleno de pretensiones y de dominio. Nada tan luminoso como el presente, pero ha de ser recibido -siempre- como apertura a la Eternidad.
Sí, no desesperar jamás. Si el tiempo que nos queda resulta muy corto es que tenemos que aprestarnos para lo más alto, para el más amplio respiro.
Siempre es ocasión de madurar hacia la muerte que es nacimiento y aurora. En efecto, falta muy poco. Siempre ha "faltado poco". Hoy lo vemos así, más inmediato y más encendido.
El Señor está cerca... No lo podemos imaginar. ¡Bendito sea!
Alberto E. Justo