Inimaginable en el desierto cotidiano abrimos nuestros ojos maravillados, a pesar de cualquier desolación o desengaño... ¡Señor! ¿Has venido a mi pobre casa para visitar y habitar mi pobreza, para levantar para Ti un silencio nuevo?
Descubro tu Rostro lleno de Luz en mi corazón y mi secreto... ¡Ven Señor Jesús!
Si eres Tú, mándame ir a Ti... Pero no lo dudo, ayúdame -simplemente- a creer... Yo sé que Eres, que Eres Tú, en mi... y yo en Tí,,,
Alberto E. Justo