¡Olvídate del paraje que atraviesas! No importa tanto el lugar donde ahora nos hallamos, sino que interesa cómo somos... Esto sí que no ha de olvidarse, porque sin cesar retornamos a la fuente, ya que tal es nuestra vida: nutrirse y vivir de la fuente, del origen. Comporta aprender a recibir, a acoger, a ser pesebre, portal y establo, cuna abierta al nacimiento de la aurora...
La belleza halla un eco en el corazón porque, en primer lugar, en este mismo corazón reside.
Alberto E. Justo