domingo, 28 de febrero de 2010

Horas del amanecer

Es hora de amanecer. Resuena la aurora con sus armonías, que no hemos de describir...
El horizonte, que parece lejano, es un "reflejo" del corazón y de la interioridad. El paisaje está ahí para enseñarnos a leer.
La pequeña semilla es enorme. Basta una mirada serena para darnos cuenta de su asombrosa potencialidad.
Allí anida esa belleza inexplicable, insospechada siempre, imagen y reflejo del Creador, de su Presencia y de su operación...

Desde donde te encuentras y en donde te encuentras, todo lo alcanzas. De lo pequeño a lo máximo, de la nada al todo. "El todo en la parte." ¿No ves la "dicha" y la "sonrisa" del fragmento, que se goza en su pura pequeñez?
También donde te encuentras... puedes decir "no". Puedes desprenderte de todo aquello que "no es", aunque te duela y experimentes nueva soledad. Aunque arriesgues lo que arriesgues.
Acepta tu lugar y tu circunstancia desprendiéndote de necedades y errores sin huir ni escapar. Como los antiguos y nuevos mártires confiesa a JesuCristo delante de un mundo informe...
¿Crees que los ruidos y las cacofonías de este siglo pueden ahogar los encantos del alma y del espíritu?
Permanece en la altura dichosa de esa montaña que es tu corazón... No tiene límites... Su cima es el cielo. Tu vocación es el cielo... Y sólo por el espíritu se sube al cielo.
¿Qué más puede decirse? Mucho, infinitamente más es lo que callamos...

Alberto E. Justo