No es el "entorno", ni el "medio" lo que da sentido y valor a nuestro peregrinar. Quizá tengamos la "tentación" de los momentos y de los lugares "ideales" para sentirnos mejor y recibir no sé qué certificado de "seguridad" y de acierto. Pues no parece que sea así. Lo importante no son los "lugares" (a veces harto accidentales) sino la VIDA MISMA que bulle y se dilata aún donde menos se la quiere.
No es deseable la hostilidad de nada ni de nadie, pero es necesario seguir adelante, a veces entre esas dificultades que no preveíamos o con desilusiones en nuestro equipaje. Pueden ser de diverso grado, a veces intolerables. Pero podemos hacer el santo "juego" de preguntarnos hasta dónde nos benefician, en nuestra vida espiritual, claro, y hasta dónde somos capaces de mantenernos en nuestro camino, sin apartarnos de la huella, a pesar de todo ello. Que, cada uno, ha de "morir en su ley."
¡Coraje, pues, confianza y adelante!
Alberto E. Justo