Este es un magnífico ejercicio espiritual: confiar, a propósito, cuando está nublado. Con la misma certeza de que el cielo está por encima de las nubes nos arrojamos en la Misericordia y en el Amor de Dios. Hablamos hoy de "ausencia" de Dios... Pues he aquí el desafío para ejercitarnos en la confianza... Parece que estamos demasiado viejos y nos falta una mirada de niño, un sueño, un juego que nos permita ver y pasar más allá.
Invito a todos, en estos días, a vivir con mayor confianza en el Señor. A desafiar al mundo con un arrojo que se nutre en la virtud teologal de la Esperanza. No hemos de mirar para atrás, ni para ningún otro lado. Enamorados del silencio y del silencio de Dios nos "abandonamos" en una oración que no falla, si dejamos que el Espíritu ore en nosotros y nos incorporamos a la oración de María...
Alberto E. Justo