Como somos peregrinos... ¡tantas maravillas acontecen! Pero... hay que aprender a descubrirlas y a verlas. Y, luego, a gozarlas también. ¿Te has detenido ante la majestad de una montaña y percibido su silencio, su presencia? ¿Has prestado atención al lenguaje del mar?
Hoy hemos perdido el rumbo porque todo lo que "se hace" es para sacar este o aquel provecho. Tan utilitarios y, al final, con las manos vacías y el corazón siempre "descorazonado." Por allí, nunca por aquí. Pretendiendo no sé qué ideales y lejos de lo más real, profundo y cercano al fin.
Y allí nos escapamos ilusionados con lo que no se graba en el alma. El alma halla su correpondencia en lo bello, porque ella misma es bella. Detengámonos ante esa luz que Dios enciende... Digámosle al Señor, con San Juan de la Cruz, "adentrémonos en tu Hermosura."
Alberto E. Justo