Tal vez tengamos el deseo (¿la tentación?) de pretender llegar a destino con gran rapidez... Me traevo a decir que, por estos parajes la condición de "peregrino" es ya un "fin". Quizá sea lo propio "seguir adelante" con confianza y perseverancia. Pero, el que se puso en movimiento, por fin, HACIA, ¿no llegó ya, de alguna manera?
Efectivamente, nada ganamos e el clima de impaciencia y sí arribamos en el ámbito de la paz y de la quietud. Esto es admirable y es, desde luego, una paradoja. Cuando juzgamos descansar en un término definitivo es cuando nos alejamos del fin. Cuando consideramos que aún hemos de andar nos aproximamos a la meta.
Abramos las puertas de la confianza y del "abandono". Seguramente hallaremos nuestro bien...
Alberto E. Justo