El monasterio está en el corazón... Avanzamos por el Desierto, siempre más extenso, en la búsqueda del "hogar escondido", de la "celda amable", del "lugar inviolable", pleno de luz y de silencio.
Y parece alejarse semejante "destino"... ¿Por qué? Caminar y caminar "sin destino"... ¿Entonces?
El monasterio, ese claustro de paz, no está aquí, ni allí... Descendiendo de viejas montañas nos ilusionamos con hallar lo que nunca se halla fuera.
Caminaba yo, una vez por populosa y ruidosa avenida. Y me decía: -esto ha de acabar alguna vez... Pero era demasiado grande. En cambio, sentado como los antiguos monjes, en pequeña espera, descubrí estar demasiado cerca...
Y me dije, y me digo, aguarda con gozo la mayor respuesta. Sabemos que caminamos a la Eternidad, YA en la Eternidad.
Alberto E. Justo