A pesar de cuanto parezca, a pesar del dolor y del desconcierto, estas horas se abren a la Eternidad.
La corteza se resquebraja y un viento insospechado la arranca y la lleva. Si el peregrino persevera descubre nuevos pasos por debajo de cualquier apariencia.
Descubre, tú mismo, la belleza que resplandece en todas partes, aunque tantos otros no la vean. Es un regalo para ti... Es el mismo Señor quien te lo entrega.
No temas hallarte solo. No temas la inmensidad del mar, ni la altura de las montañas, ni las distancias, ni las lejanías. Nunca estás solo y nada está tan lejos que no puedas en tu espíritu alcanzar.
Alberto E. Justo