A pesar... Sí, a pesar... de cuanto "pese". Y, sin embargo, se abre -con esplendor- un horizonte con su inconmensurable paisaje. ¿Todos lo ven? No, todos no lo ven. ¡Son muchos los que pasan de largo! Son muchos, sí, aún aquellos que pasan por ser los que no pasan. Quiero decir: aquellos que se vanaglorían de verlo todo y de acertarlo todo. Quizá sean los que menos ven...
Pero ¿por qué hablar en tercera persona? ¿Siempre "ellos"? En suma: la tercera persona está de moda. Ya no decimos "tu", ni en singular, ni en plural. Da miedo hablar directamente... Por eso no hablamos con Dios directamente... Adoptamos diez mil máscaras porque tenemos miedo en exceso. No sea que topemos con lo inesperado...
¿Confiamos en lo inesperado? Es difícil, desde luego. Pero al Señor... ¿lo esperamos? ¿Sólo con nuestra imaginación febril? ¿No le dejamos espacio a la sorpresa? ¿No será que no le dejamos espacio a Él? Porque lo queremos queriéndonos, muy a través del espejo. ¿Es grato mirarse al espejo?
Levanta los ojos, hermano, y descubrirás tu bien mucho más alto
Alberto E. Justo