Mayor es la realidad que no vemos ahora con los ojos de la cara... Viaje siempre nuevo, que emprendemos una y otra vez y suponemos que ha de tener una "estación" de llegada. Quien se aventura por los caminos y las sendas del espíritu nunca agotará los "espacios" porque está más allá de todos ellos.
¿Espacios? Quizá este lenguaje tenga poca "audiencia" o, por lo menos, escasa aceptación cuando no proponemos "terminales" hechas y acabadas. Tampoco el peregrino es una suerte de "eterno" viajero. No, el peregrino está más allá cuando ha negado lo perecedero y se ha desprendido de todo ello para aceptar la nueva vida que brota de su corazón dispuesto por la gracia divina.
Deseo proponer un admirable párrafo de San Juan de la Cruz, que dice así: "Esta sabiduría mística tiene propiedad de esconder al alma en sí. Porque, demás de lo ordinario, algunas veces de tal manera absorbe al alma y sume en su abismo secreto, que el alma echa de ver claro que está puesta alejadísima y remotísima de toda criatura; de suerte que le parece que la colocan en una profundísima y anchísima soledad, donde no puede llegar alguna humana criatura, como un inmenso desierto que por ninguna parte tiene fin, tanto más deleitoso, sabroso y amoroso, cuanto más profundo, ancho y solo, donde el alma se ve tan secreta cuanto se ve sobre toda temporal criatura levantada." (Noche Oscura 2, 2, 17)
Alberto E. Justo