No hay oposición entre el viaje del peregrino y la actual vivencia del "momento presente", del instante, de la hondura, de lo íntimo y secreto con el Padre.
Puede seguirse éste derrotero de hoy (o el que fuera) sin perder la quietud y la paz de un presente siempre renovado. La oración es, antes que nada, "atención", disposición y apertura. Esto lo sabemos y no lo perderemos por nada del mundo.
Pero tantas veces "dudamos". No sé qué fatiga o dispersión nos aparta de la realidad profunda y nos deja sin ánimo... Esto, sobre todo, es un error. Porque nadie nos puede arrebatar el Bien que nos es dado y mucho menos ¡mucho menos! a Dios que viene, que llega, que nace...
No hemos de olvidar nuestra constante consideración y atención a la Realidad, al Nacimiento de Dios en el alma, que no causamos, desde luego, nosotros; sino que Aquél, que nos ama con predilección, adviene más allá de nuestras distracciones y torpezas...
Cuando vamos de camino sabemos muy bien cuál es la realidad profunda que hace nuestra vida más alta, cuál es, en suma, la Vida que nos eleva...
Alberto E. Justo