En esta tierra, se ha dicho, "milicia" es la vida del hombre... Pero es cierto que más "adentro" de cualquier movimiento exterior hay un espacio infinito, totalmente inimaginable. Porque cuanto acontece y se agita y se manifiesta acaba por "apagarse", de alguna manera. El ruido es perecedero, las acciones también, porque lo propio de todo es "pasar"...
Hay, sin embargo, un palpitar, una vida siempre más honda, no manifiesta y escondida: núcleo y centro siempre abierto, a pesar de nuestras "desconfianzas" y vacilaciones, a pesar de nuestro desinterés y de nuestros olvidos y descuidos.
Lo que hoy parece fuerte es, en realidad, harto débil. Necesita del estrépito para soñar una existencia que es nada más que vacío... ¡Qué paradojas!
Quizá por ello la noble caballería andante sigue su camino en el sublime y escondido bosque de la locura (así nuestro Don Quijote), y el "eremitismo" existe siempre cuando superamos fronteras que reducen y cierran y abrimos el corazón a la trascendencia, al relieve, a la profundidad.
¿Eremitismo "andante"?
Deja que caigan las máscaras, esos disfraces que visten porfiadas y vanas estructuras... Olvida el reglamento... ¿dónde están las duras clasificaciones de ayer?
Respira bien hondo, que eres libre..., de respirar, de vivir. "¡Hombre de poca Fe, ¿por qué dudas?!"
Alberto E. Justo