Porque son muchos los caminos y tantas las sendas dolorosas que esta "hora" parece imponer a los viandantes. Pero permanece siempre la "mejor" pregunta, cuya respuesta (por aproximada y pequeña que sea) nunca deja de iluminar... -¿Quién soy?
Don Quijote supo afirmarlo: -bien sé quién soy... ¿Y ahora, nosotros?
Las respuestas mayores y más profundas son aquellas que no velan el silencio... Yo sé que soy en Aquél que Es. Los perfiles y las delimitaciones, las pretendidas expresiones y las apresuradas "certezas" sólo logran "oscurecer" y "alejar". Porque el "Secreto", el maravilloso Secreto, no será expresado en el lenguaje común... En la "hondura" se respira una pureza incomparable, gózase allí el sabor de la Fuente primera adonde no conduce ningún sendero. El secreto de Dios -ha dicho alguien- la suprema evidencia (que es lo mismo) tiene por morada el punto más silencioso de nuestro ser. Allí mismo, "Aquí", lo alcanzamos sin medio alguno, directamente.
La mirada virginal posee un pudor incomparable y no admite manoseos ni comentarios.
¡Cuánto ruido vano en un mundo que ha perdido el sentido de su propia existencia!
Pues sigamos. La soledad de hoy, tan especial y , a veces, tan triste, puede ser la ocasión del "amanecer" de una certeza que supera la palabra y el concepto.
El Secreto SONRIE y nos repite: -ven.
Alberto E. Justo