El desierto es insospechado... Después de tantos días, atravesada la frontera del año, parece que las sendas del yermo no se agotan jamás y ofrecen nuevos o permanentes derroteros.
La "hora" es difícil... Por lo menos nos parece así. El sufrimiento sacude los días mejores... Pero no oscurece el amanecer.
Aunque digamos que "no" a muchas cosas, aunque tengamos la impresión equivocada de una derrota quizá prematura: el camino se abre hoy como ayer o como siempre y no en un sentido "plano" carente de relieve o de alzada: se abre en hondura, en altura, trascendente y sorpresivo, siempre más allá.
Los tiranuelos de los aires, de las planicies, y de los planos resecos muerden sus labios y miran de reojo con la pretensión de dominar... ¿Qué más da? Se hallan en otra dimensión, demasiado lejos aunque se los perciba cerca.
¡Descubra el caminante su libertad y respire hondo! De un solo golpe se halla más arriba o en lo profundo de su corazón. Dios nos levanta "por encima de toda creatura", decía San Juan de la Cruz...
Alberto E. Justo