¿Temes lo que pueda advenir? ¿Temes lo que no es (ni puede ser)? La excesiva información, el movimiento constante sin paz, atan al hombre y lo enlazan sujetándolo en las "vueltas" y "revueltas" del camino... La pobre "fantasía" gime volando de un lado para el otro, porque hasta ella misma teje amenazas y diseña peligros...
Y, sin embargo, el horizonte está despejado. En efecto, está dentro, en nuestro interior. Suponíamos que tantas cosas acaecían fuera, por allí, sin reparar que lo que acontece está aquí y depende de nuestra conciencia... ¿Ignoramos la "fuerza" de la "adhesión" del corazón?
Tras los gemidos, detrás de esas murallas frágiles de papel, sigue sin pausa la melodía que trae el silencio y siembra la paz.
¡Espléndido amanecer! ¡Aurora sin par que sólo nace en la soledad! Entonces -me dices- me voy a la soledad... Y te olvidas que a la soledad no se va porque desde el principio estamos en ella.
Somos, en efecto, ermitaños desde siempre. Es ésta la realidad profunda que nos cuesta descubrir... Las distracciones son tantas y tan variadas que acabamos seducidos por lo que no es...
Algunos pretenden poseer "misiones", otros se ufanan de abarcar dominios varios o gozar de "poderes" (en realidad de chocolate, más vacíos que un mal bombón). Búscase el barullo que está siempre fuera...
Pero es posible volver a casa. El Padre abre su Corazón... "No temas, María... No temas José..."
Alberto E. Justo