Hay una vida que ignoras, que quizá olvidas o soslayas... Es la vida verdadera que corre más alta, por encima de los sentidos o más hondo que todas las noticias...
¡Vida verdadera, inimaginable! No acertamos a expresar nuestro bien. Quedamos atados a un carro que nos arrastra y nos miente, porque suponemos demasiado o pretendemos razonar tanto que todo lo perdemos en la vorágine de inquietudes y de angustias...
Acepta lo que no logras circunscribir ni encerrar en ninguna parte. Acepta que lo mejor esté por encima de ti, pero profundamente en ti. Acepta que el Señor te regale, aunque por el momento no puedas descubrirlo para "usarlo".
No se trata de "usar", tampoco de "aprovechar". Tampoco de ganar o de perder y, mucho menos, de comparar... De nada te apoderes, deja que el agua se deslice mansamente...
Alberto E. Justo