El que no vemos ni se ve... Es la faz de dentro, que se descubre cuando todo calla, cuando inunda el silencio brotado del corazón...
Cuando no hay nada... ¿Se atreve el peregrino a hendir nuevas sendas en pos de una plenitud que no puede sospechar?
Una después de otra desaparecen figuras tal vez soñadas. Una y otra vez nos hallamos ante lo que no podemos abarcar, ni definir, ni medir, ni pesar... Pero es allí donde todo se abre. Es allí donde resuena la "música callada", allí se revela la honda realidad...
¿Es necesario hacer algo, o acelerar no sé cuál proceso para obtener algún resultado? Es seguro que no. Lo propio es dejarlo todo en reposo, en ese desprendimiento fecundo que acontece "más allá."
Reposo y encuentro inefable en la Mirada de Dios... El Ojo de Dios que nos ve es el mismo con el que nosotros lo vemos... Así el Maestro Eckhart, así el secreto admirable de todos los días y de todas las horas...
Alberto E. Justo