No es difícil hallarlos, sobre todo cuando vamos "unificando" nuestra vida. Cuando dejamos que Dios nos "una" en Él y con Él, en el misterio de su presencia y de su amor...
Pero ha de ser Él. Porque los caminos no son ilusiones ni fantasías. Tampoco tienen que ver con los antojos u ocurrencias de "otros" que pretenden imponer modos, emociones o actitudes postizas,
precisamente cuando las ambiciones de poder mundano están a la orden del día, cuando los que se atribuyen, aún en el campo religioso, un dominio que no les pertenece, que nunca les pertenece, ni les ha pertenecido jamás.
Los caminos de la contemplación son "de otra índole", están más allá de los "controles" y de los proyectos; y son caminos de Dios. Es por ello que el peregrino ha de vivir en paz y libertad, muy lejos de costumbres y modas, muy lejos de fanatismos e imposiciones hueras...
¡Adelante pues, con gran confianza! Descubramos en las entretelas del corazón y en su silencio los lugares y el espacio, la apertura que es camino (¡y mil caminos!) por gracia de Dios.
Alberto E. Justo