En esta hora, queridos hermanos míos, hemos de abrazar una escala que lleva muy alto aunque nos asuste un poco... Se trata de la escala de la cruz, quizá de un "sufrimiento" que no acabamos de precisar, pero que parece asomarse con frecuencia en los pasos de nuestra peregrinación.
Y subrayamos que no hemos de detenernos -en ningún ascenso- a pesar de su importancia. "Deja que la necedad pase y tú sigue subiendo en silencio" porque lo que "otros" dicen que hagamos casi nunca nos concierne.
Para "pasar" del otro lado, en la brecha de la que nos hablaba el Maestro Eckhart, es necesario dejar, abandonar esas "determinaciones" o "condicionamientos" que si bien no llegan a cerrar el camino, por lo menos nos demoran y causan desazón y perplejidad tantas veces. Y asegurarnos de que tantas cosas que mortifican y confunden ya han quedado más atrás, muy atrás.
La necedad acaba dominando cuando prestamos atención a lo que "no es".
Hoy por hoy abundan los detalles y las inacabables estructuras que asfixian aquí y allá. Es un estilo -tal vez- de adolescencia retardada que perturba el camino de madurez... ¡Tantos arroyuelos que no llevan a ninguna parte y se pierden en la llanura donde los reseca el sol!
No nos detengamos pues en senda alguna, olvidando lo esencial. El silencio y la plegaria profunda nos dirán siempre por dónde y adónde vamos. Perseveremos en el "Yo Soy" de Aquél que "Es".
Alberto E. Justo