A pesar de los vaivenes y de las dificultades... Buscamos, seguimos buscando, sabiendo muy bien que ya hemos encontrado... Es una sorpresa, un desafío... Porque, en efecto, hemos encontrado cuando dejamos que, en nosotros mismos, allí o aquí mismo en el fondo y secreto escondido, sólo Dios es Dios.
El peregrino clama por maestros y por sendas o "cosas" que lo guarden o protejan, que le proporcionen esa seguridad que, en el mundo de hoy, se tiene por muy importante. Clamamos, sí, pretendiendo un calificativo que nos "identifique" en "lugares" que son, en realidad, inferiores o más pequeños que nosotros mismos.
Sin embargo la vocación, el llamado de Dios, nos levanta más alto que cualquier lugar o tiempo.
¿De qué manera? Sin modo ni manera, en el "secreto" del Padre, en el Corazón de Dios.
¿Queremos "manuales" que nos introduzcan donde ya estamos? ¿No nos conforma eso que recibimos a diario, a cada instante?
¡Déjate levantar en ese "vuelo" de la plegaria que no tiene determinaciones! ¡Abre el corazón! ¿Qué podemos decir de la Aurora?
Alberto E. Justo