¡Hermoso valle escondido! Allá se recorta, solemne, el perfil de una montaña cibierta de nieve. Aquí, muy cerca, una pequeña laguna reposa entre las sierras arboladas... La brisa dibuja sus juegos en el agua y las orillas, vestidas de flores y plantas, muy verdes y de todos colores, nos dicen lo que las palabras no suelen expresar. Y recordamos aquello de San Bernardo: "en las selvas hallarás más que en los libros, los troncos y las piedras te dirán lo que no has oído de los maestros."
Confía en la delicadeza de ese paisaje que descubre y reconoce el corazón en su ámbito. Goza con el cantar de las aves y con el murmullo del bosque. Todo eso no está fuera, lo llevas tú... Solo se requiere humildad y sencillez para percibirlo. Todo eso nos dice, una y otra vez, que todavía hay cosas mayores... Maiora videbitis...
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Ni cómo, ni cuándo, ni dónde... Sumérgete en el silencio, que Dios regala, y reposa, sin apresuramientos, en lo que supera cualquier calificación...