No permitas que las "informaciones" hagan de tu peregrinación un "ir y venir" sin sentido. No preguntes demasiado ni consultes con exceso. Tal vez cuando preguntamos demasiado, las respuestas tan diversas, acaben por provocar el descarrilamiento que se quería evitar. La "seguridad" nunca es completa ni puede buscarse por sí misma, vale la pena correr un sano riesgo cuando nos ejercitamos, con buena voluntad, en discernir. No, no hallaremos esas respuestas satisfactorias que nos hagan "respirar" satisfechos en los ámbitos menores o en los pasos más exteriores...
Tampoco faltemos el respeto formulando consejos "arrolladores". No nos disfracemos de sabihondos capaces de opinar de cualquier cosa. ¡Tantas veces es preferible callar o recibir con afecto del corazón a quien quizá nos interrogue sobre lo que no sabremos decir... ¡Cuánto importa la delicadeza y la dulzura en estos casos y siempre! ¿No leíamos estos conceptos en los escritos de Dom Porion? Más atrás, en las entradas antiguas, hallarás algo de ello y el principio, siempre actual, de esa "mansedumbre" que tanto se echa hoy de menos.
No olvidamos que el peregrino es un luchador que atraviesa el "caos". Que no halla compensación en estos caminos... Pero la síntesis entre esta firmeza de corazón y la mansedumbre es un objetivo digno de obtener y de alcanzar.
Alberto E. Justo