¿Ya sabemos cuál es nuestro camino? No lo creo... Porque siempre descubrimos, con nuestros mismos pasos, una lección que nos abre más en la profundidad. Quizá aguardamos un momento en el cual podamos reconocernos, por fin, arribados... Ya no habrá más qué hacer... Pero esto no ocurrirá porque en el Amor de Dios siempre podemos crecer más en esta vida. No nos interesan esas "metas" apresuradas que, una vez alcanzadas, nos dejan satisfechos y nada más. La Vida, que es Don, rompe esos diques complacientes (si es que llegan alguna vez) y nos vuelve a poner en camino. El desierto del peregrino, en efecto, conduce a un fin, pero no a una inmanencia chata y horizontal, sino mucho más allá, adonde "ni ojo vio, ni pído oyó lo que Dios tiene preparado a lo que le aman."
Renovada confianza en un descubrimiento mayor, que es rebelde a las "medidas" y a los "modos" y que tiende decididamente a la promesa del Señor: "hoy estarás conmigo en el Paraíso."
Alberto E. Justo