Propongo a los amigos lectores un texto de Matilde de Magdeburgo: "El Desierto tiene doce cosas": "Debes amar la nada (niht), debes huir del 'yo' (iht) (o icht: literalmente: 'de cualquier cosa'), debes estar solo y no acudir a nadie. No debes ocuparte de mucho sino que debes liberarte de todas las cosas (de las creaturas). Debes liberar a los prisioneros y vencer a los libres, debes deleitar a los enfermos y tú mismo no tener nada para ti. Debes beber el agua del dolor y encender las brasas del amor (Minne) con la madera de las virtudes: de este modo vivirás en el verdadero desierto." Mechthild von Magdeburg "La Luce fluente della Divinità", I, XXXV.
Este maravilloso "estado" de Desierto no puede ser reducido ni juzgado en el nivel "psicológico". Se trata de la dimensión propia del ESPÍRITU, que supera los esquemas de corte antropológico, a veces "tan de moda."
Cuando quieras adentrarte en la espesura o en la misma Belleza de Dios (adentrémonos en su Hermosura, en el sentido de San Juan de la Cruz) abandona todo "eso" que se dice en exceso y se gasta en esfuerzos vanos: ¡corre al Espíritu! Déjate conquistarte por Él, déjate sumergir en Él. La Llama ya ha invadido el madero, convirtámons en esa "ceniza" luminosa para volvernos llama en la Única Llama...
Alberto E. Justo