El peregrino descubre su
camino inmanente... Y en la profundidad asciende o desciende, siempre más allá
de cuanto alguna vez imaginara. Camino escondido, secreto de Dios, secreto del
Espíritu. ¡Es tan hondo que debemos sobrepasar todas las “superficies”! Cuando
nos detenemos considerando haber llegado a no sé cuál límite, se enciende una
luz detrás de algún muro que ahora comprobamos transparente y sutil. Y entonces
sabemos que hemos de pasar también esa frontera.
¡Terribles límites a veces! Pero ya sabemos que en verdad no
están, no son... En alas pues del Espíritu, en su respiro, que es nuestra vida
y nuestra oración.
¡Luz siempre nueva! ¡Llama que arde más dentro y más alto, más
profundo siempre y que jamás, nunca, se apaga!
¡”Llama de Amor Viva”: nuestra Vida!
Alberto E. Justo