Dios nos da a conocer (quizá a "ver" en profundidad) tantas situaciones humanas (propias y extrañas) y nuestra consiguiente "impotencia", para que conociéndolas así, como Él quiere, y aún sufriendo por ellas, seamos fecundos en la historia de su redención...
Este, quizá, sea el sentido de "ver" lo que tantos otros no ven, ni pueden ver.
Antes que condenar o censurar es preciso ofrecer y orar...
En efecto: el Señor nos encomienda por su gracia, lo que hoy, en gran parte ignoramos...
El alma contemplativa es así confidente y participante en la obra de Dios...
Alberto E. Justo