Cortesía y coraje no se oponen: se precisan. Porque el amor se expresa con valor y constancia, y la pureza y altura en el trato son propias de la caridad.
Nos invitamos, pues, a descubrir en el silencio esa "delicadeza" que siempre lo acompaña...
La vocación contemplativa excluye la torpeza y se afina en el Espíritu que habita en nuestro corazón.
Alberto E. Justo