Y, sin embargo, hacemos el propósito de no desanimarnos y proseguir la peregrinación que continúa.
Pero hay algo nuevo: en el verdadero "desierto interior" no estamos encerrados en "oasis obligatorios", ni llevamos insignias de ninguna clase... El "hombre del desierto", el solitario sin ficción, no sabe de dependencias y no se escandaliza de la necedad imperante... Simplemente va por su camino, ese camino que él mismo traza, y que resurge siempre nuevo en la senda bajo sus pies.
Las "organizaciones" desorganizan y ahogan: requieren anotaciones infinitas y la estupidez de los que aplauden. Pero no hay que mirar "dentro" de ellas... Es preciso huir hacia adelante sin vacilar.
El error será siempre el mismo: atemorizarse por las fatigas y los sinsabores. Nada de eso... Firmeza en el corazón.
Alberto E. Justo