Es hora de gozar la Presencia... A cada instante es más profunda e inmediata en razón de la Bondad y Misericordia divinas. Dios no calla en el corazón de sus hijos, su Presencia (siempre inefable) arrebata y eleva más allá de lo imaginable.
No es necesario esto o aquello. Sólo interesa la Fe que ilumina y nos dice, a cada paso, cuál es la verdad y dónde está la vida.
Que nuestra oración sea, pues, la suma y renovada atención a la realidad que nos transforma.
Nada hay más bello que el jardín de un claustro escondido, en el monasterio de silencio de nuestro interior. El silencio es lenguaje de vida y aurora; el silencio enciende, de nuevo, lo que ayer, por nuestro torpeza, se apagó. Hoy, nuevamente, en la inmediatez inefable, se apodera de lo más íntimo y lo expresa sin más, a su modo.
El regalo de la gracia resplandece siempre y vuelve a resplandecer, sobre todo cuando nos damos cuenta de que no es ficción ni ilusión de ningún género.
El camino es apertura dichosa, no se estrecha nunca, sino que se abre a pesar de dudas y escrúpulos sin sentido. Cada uno, cada peregrino, lleva su secreto y la hondura de su vida, más allá de curiosidades u opiniones antojadizas. Aunque dudes, en el Señor no existe la duda. No temas, que en el silencio se aprende a discernir con acierto y en verdad.
Alberto E. Justo