¿Piensas ahora en los panoramas que enfrentas o que dejas atrás? Es posible que la fantasía o la memoria insistan en atraparte en las vueltas de tu camino... Pero esos "panoramas" los generas tú mismo cuando huyes prevenido de las instancias que nos rodean... Son "pura materia", semejan el grito sin más y sin eco, sin proyección, sin sentido. Las amenazas son una suerte de deuda, un reclamo del viejo pecado, pero carecen de realidad...
Tú, en cambio, ve siempre más allá, trasciende sin fatiga y con fe... Abandónate a la Fe que es el don que ahora recibes...
¡Señor, adónde te escondiste! O pregunta a las situaciones incomprensibles, como María Magdalena, ¿dónde lo habéis escondido? Y quizá no caigas en la cuenta de que a Él mismo le preguntas, porque lo has tomado por el jardinero. Así, día tras día, sigues escapando de la respuesta luminosa... Hasta que en un instante de silencio luminoso Él mismo te llama, pronuncia tu nombre, ese mismo que sólo conoce el que lo recibe y acepta...
Él viene, ya está aquí, siempre estuvo aquí. En suma: parece que no aceptas lo más preciado que te da vida. Nada ni nadie puede separarte del Amor de Dios...
Alberto E. Justo