Con quietud y silencio descubre el claustro profundo de tu alma, para alcanzar con tus pasos la cima y elevarte más allá.
No descuides el ícono de Jesús, no olvides los ojos del Salvador que brillan en tu corazón... Sábete en un ámbito inimaginable, quiero decir: mayor que toda imagen, en el mismo Corazón de Dios.
El Señor te da Su paz. No como la da el mundo sino como sólo la puedes recibir de Él. No importa dónde te encuentres, tampoco te detengas a buscar "lugares" o "reparos"... Simplemente ve directamente a Dios.
El enemigo sembrará discordia en tu interior, confusión y toda clase de temores... Son cosas muertas, falaces, engaños, asedios porque no puede lograr más... Pero está lejos. Inmediatamente, en tu intimidad la realidad es otra, muy otra y nada ni nadie te puede apartar de ella.
Sólo vence el Amor de Dios. Confía en tu Madre, en Nuestra Madre, y preséntate, pobre y débil a Quien es nuestra Vida y Fortaleza.
Alberto E. Justo