miércoles, 11 de enero de 2017

instante...

Aquí y ahora, y nada más. ¡Hay tanta luz y tan alta es la melodía, que ya no caben descripciones de ningún tipo! Sólo la oración que no tiene tiempo, y que es siempre ahora y ¡ya!
¿Pretendíamos escapar a aquél desierto? Ya nadie escapa de su propio jardín, de su desierto, de su lugar; de su corazón, en suma: del Misterio de Dios que nos cobija.
¿Por qué huyes adonde no sabes y aceptas refugios de ficción? No tienes otro que tu corazón, que el templo inmenso de tu corazón, abierto siempre a la Presencia Inefable de Quien sigue llamando, llamándote, sin descanso...
No lo interpretes reduciéndolo a lo que no sabes ni puedes sospechar. Tú, que no quieres que te..."confundan" los "otros". No te detengas ni te mires en demasía... Acude adonde estás.
En el instante vuelves a nacer por obra de Dios y siempre más alto. Nadie es más digno que quien redescubre la hondura de su senda o quien la alcanza por primera vez...

Alberto E. Justo