Aquél hombre está caído, de espaldas y en tierra, derribado por su contrincante y vencedor, que lo aplasta con fuerza contra el suelo. El caído no puede moverse, es cierto; pero tampoco el otro, su pretendido vencedor, que permanecerá esclavo de su posición y de su tensión para sujetarlo...
¿Quién pretende ganar?
No hay que alarmarse por ausencias o por presencias. Se es... como se quiere ser...
"Buscar"... sí, buscar. Pero es necesario poseer la decisión de encontrar.
Esperanza... es siempre más. ¿Quién puede dudarlo?
Los ruidos molestos asaltan por todas partes... Pero sólo afectan al oído exterior. Todas las obras "interiores" se hacen una sola y pueden transformar la angustia y la desazón en verdadera esperanza.
No es verdad que éstos o aquéllos sean tan poderosos. Por el contrario, temen más que nosotros.
La "soledad" no es tiniebla opresora sino incesante amanecer.
No nos instalemos presuntuosamente en lo efímero.
¡Dios nos libre de lo "parecido"!
La ilusión de no desilusionarse es vana. Es más conveniente la desilusión por no ilusionarse... ¡Coraje!
Alberto E. Justo