En esta hora difícil, con el Señor en sus pruebas, vamos por el desierto inexplorado... Su primera característica es que se trata de un paraje imprevisto e insospechable... No podíamos suponerlo así. No cabe en nuestros sueños, es mayor que todos ellos. Vamos por un desierto que ya no es simplemente de arena o de piedra. Nos hallamos en sus profundidades en abismal soledad. Parecía que no estábamos solos y que se nos negaban mil posibilidades. Y sin embargo hemos descubierto esta senda que no sufre descripciones ni análisis...
Porque nuestra vida, nuestra "conversatio", está ya en el Cielo y nada ni nadie nos puede separar del Corazón de Cristo-Jesús.
El desierto es penoso, pero padeciéndolo, nos damos cuenta de que vamos infinitamente por encima, más allá o "más aquí", y que nuestra vida está "escondida con Cristo en Dios."
Alberto E. Justo