domingo, 10 de octubre de 2010

Madre de Misericordia

No es necesario insistir en demasía... Ya estamos en ese valle que nos sugiere que vivimos en la realidad escondida. Ahora meditemos, con atención y paz, los Nombres de Dios.
¡Misericordia! Este es el Nombre que nos convoca hoy. Y, con un Rosario en la mano, recemos la primera decena bajo la luz de este Nombre... María, Madre de Misericordia. María, Madre de Misericordia en la Anunciación, porque aún en este instante, en nuestro corazón y con nosotros, si así lo queremos, su respuesta de resonancia eterna, enciende nuestra oración y nuestra vida. Y así, en cada Misterio, descubriremos honduras nuevas con los Nombres de Dios.
Porque el Señor nunca deja de "pasar" en su Inefable Silencio ¡que siempre dice, que siempre habla! Porque, en efecto, Dios no calla.
Aprovechemos la coyuntura para, otra vez, atender las cosas iluminadas, la maravilla del ser, la sonrisa de lo que es... Dejemos de lado ese sinfín de noticias lúgubres y portadoras de angustia. Esas terribles condiciones y mensajes que obscurecen el horizonte y pretenden nublar nuestra paz (que no nos será quitada).
La conciencia se ensombrece con la consideración de lo que no nos pertenece y de lo que no nos atañe. No hemos de manosear nada. ¡¡Silencio y Paz!!
Firmes en la Esperanza, seguros del Don de Dios. Renovando esa actitud siempre contemplativa de adoradores del Padre en Espíritu y en Verdad.

Alberto E. Justo