Siguiendo nuestro camino salimos al desierto, que a todos nos toca de alguna manera. El "mundo" es lugar de "lucha" y de "prueba", es el lugar de la "historia" de salvación y de "elevación"... Por eso mismo es la hora del "descenso". Descenso que resulta una "elevación" en la participación misteriosa de la "Hora" el Señor.
Ahí están los sonoros gemidos de un clamor incomprensible para la simple historia de todos los días. Quizá nos desvele tal contradicción y tal desvío, que tanto abundan en estos como en todos los tiempos. Pero el "sentido" profundo no se halla por las sendas de ninguna desesperación ni de la "duda". El sentido profundo aparece cuando nos dejamos "levantar" por el Señor hasta el secreto de Su Corazón.
Sea cual sea el asedio del mundo este será siempre extraño para quien adhiera al Señor y se haga "un" espíritu con Él. Es una paradoja: en la misma medida en que recibimos con confianza la noche nos despertamos a la Luz que no tiene ocaso.
Alberto E. Justo