El tesoro, en efecto, no se ve. Tampoco se sospecha, queda virgen en campo escondido, para aguardar -siempre- la voluntad de Dios...
Asume la sorpresa, esto es busca lo que simplemente no se deja ver...¡tantas cosas no se dejan ver!
La multitud se esconde con presteza. El mejor escondite es este: esconderse sin rubor. Escóndete,pues, más lejos...
Alberto E. Justo