Deja que tu corazón ahonde en su libertad. No te apresures, ni pretendas, ni impongas, ni te atrevas a juzgar acerca de lo que no sabes. La tentación permanente es violentar el secreto, introducir las manos en campos ajenos...
Deja, deja lo que has de dejar. Hay una dichosa y bella melodía que no sufre interrupciones, sino que brota del silencio que no sabe de manoseos. Deja de lado esos reclamos sin sentido. Sumérgete y pasa del otro lado. Atraviesa la frontera, que ya no volverás atrás...
Alberto E. Justo