"Alégrate María". Este maravilloso saludo nos llena de gozo y nos confirma en el júbilo de la Resurrección y de una Pascua constantemente vivida. Se trata de perseverar y de no desfallecer por ningún motivo. Esta "alegría" se halla en la cima del espíritu, encendida desde lo alto. Ya sabemos, no dudamos, de nuestra raíz, de la Fuente de Vida de la que brotamos y a la que volvemos sin cesar. En Él "somos, nos movemos y existimos"...
Este inefable AHORA ha de modelar y animar nuestra peregrinación y proporcionarnos el consuelo que es del Espíritu...
Alberto E. Justo