Siempre de camino, algunas espinas pueden herirnos, pero nunca detener nuestro andar. Y pensamos, entonces, si hemos quedado bien o hemos quedado mal... Vana e inútil cuestión, planteo inservible y curiosidad no extraña a aquella de la mujer de Lot. No nos quedamos plantados en preguntas sin respuestas. CONFIAMOS... Cuantas veces sea necesario respetamos el secreto, ese secreto que sólo el Padre conoce, y en silencio y en paz seguimos adelante.
¡Tan cerca está el Señor! Es esto algo que no podemos imaginar... Entonces no hemos de perder tiempo en consideraciones que nos lleven a desviarnos hacia los lados.
El Señor nos llama aquí y ahora. No mañana, ni en un tiempo hipotético que no existe. Nos llama YA, y ya mismo nos otorga su Amor y su Gracia. Sin intervenciones fabulosas ni mediaciones caprichosas. No hay instante más propicio que éste... Nuestra conciencia, con libertad, lo descubre y lo sabe. No posterguemos nuestro bien. Nuestro bien es AHORA. Es este momento presente, con todo el regalo de Quien ha venido a nuestro corazón, de Quien nace en nuestro corazón. Las distracciones son muchas y variadas, las ilusiones también. No nos detengamos, pues.
¡Ven Señor Jesús!
Alberto E. Justo