En efecto, el espíritu respira en libertad y las "determinaciones" que oprimen al peregrino no han de turbar su andar. Porque es siempre posible que los necios inventen métodos para circunscribir los caminos ajenos, pero es imposible que ahoguen la libertad profunda de los demás.
El hombre halla valles inmensos donde descubre el sí profundo que no conoce fronteras ni caprichos. Frecuentemente porfían los mandones y los ambiciosos, pretendiendo imponer sus ocurrencias... Ignoran que ese infinito horizonte de la vida no queda sujeto a nada ni a nadie... Olvidan aquella intimidad que a Dios sólo pertenece e insisten invocando "poderes" que no son más que diminutas ilusiones...
Viva el peregrino seguro de sus pasos, que lleva un tesoro inimaginable en su corazón. Viva y despierte en el Misterio, sin temer, en confianza y en paz.
Alberto E. Justo