¡Señor, a Tí clamo desde el silencio escondido! A Tí clamo porque Tú tienes palabras de vida eterna... Los engaños de estas horas se suceden en modo vertiginoso. Nadie se detiene, nadie recuerda... todo pasa...
Me llamas, golpeas la puerta de mi ermita, de mi soledad. Deseo esa puerta. Deseo entrar por Ella y no abandonarla jamás.
¡Señor Jesús! por Nuestra Madre, escucha esta plegaria, insisto en mi ruego y te suplico la vida más alta que solo Tú puedes dar.
¿Qué aguardamos por otras partes o caminos? Te suplico entrar en el valle escondido... y permanecer siempre en Tu Corazón...
Alberto E. Justo