Suavemente se deslizó una nueva melodía que descendía de viejas montañas. Porque de su origen nada sabía yo entonces... Montañas, más allá de los mares de nuestros sueños: montañas nuevas, siempre más altas... Ahora son silencio... Figuras que siempre aguardan...
¿Dónde estoy a estas horas, que parecen carecer de todo sentido? ¿Sigo en silencio, a orillas del mar?
¡Música callada, soledad sonora! Inmenso paisaje, que no se oculta ya.
Alberto E. Justo