Otra súplica... que no puede callar.
¡Dame, Señor, la gracia de la "lejanía",
ocúltame en tu Luz y en tu Paz!
Los muchos que van y vienen, hacen tanto ruido...
Escóndeme más allá, en lo profundo
de la ermita, que sólo Tú conoces.
Entonces descubro, en medio del bosque,
que lo más lejano es lo más cercano...
Que me alejo, cada vez más, hacia la aurora,
hacia esa aurora que los hombres no ven ni pueden ver...
Alberto E. Justo