En efecto, no siempre nos hallamos en los lugares que suponemos... Haciendo camino nos damos cuenta de que vamos más allá de nuestro pasos, que nuestras "rutas" se suceden no unas después de otras sino en distintos niveles... Quiero decir que, sin advertirlo mucho, trascendemos nuestras "situaciones" y, tantas veces, en un instante, pasamos más allá...
No cabe definir qué cosa es ese... "más allá". Nuestra vida es un incesante regalo. Sólo Uno labra en verdad la realidad, lo profundo. Pero no como quien talla por que sí una estatua ni su destino, sino como quien se empeña y compromete (por decirlo de algún modo) en la obra que nunca puede serle extraña o ajena. Porque nuestra vida le es "propia" (también por decirlo de alguna manera).
Superar el "lugar" aparente despegándose de toda apariencia... Sabernos siempre más allá de sueños o de ilusiones, más allá de mil cosas. La clave es no identificarse con ellas, estar -como decía el Maestro Eckhart- no en ellas sino cabe ellas.
La persona no puede ser sometida o esclavizada por ninguna instancia, siempre estará más allá, aún de lo que más cree amar.
El "lugar verdadero" es secreto, como aquella habitación secreta de la que habla Nuestro Señor, cuando nos dice de orar en lo secreto. ¿Somos capaces de vivir el "secreto", ese mismo que se renueva, aparece y desaparece de mil modos, pues es don que nos trasciende?
Desafío de la oración y del silencio, desafío de la Realidad. ¡Alabado sea Dios!
Alberto E. Justo